Xbox Series X. Ese es el nombre final de la próxima consola doméstica de Microsoft. Antes conocida como Project Scarlett, se ha materializado en lo que la empresa gigante de Redmond anticipa que será “la más rápida y potente de todos los tiempos”. Con motivo de la celebración de The Game Awards —el equivalente a los premios Oscar del videojuego—, el jefe del departamento de videojuegos de Microsoft, Phil Spencer, subía al escenario para comunicar algo ante millones de espectadores.
Porque Microsoft tenía aún una última sorpresa guardada para antes de finalizar el año; la respuesta a Sony y su también ambiciosa e innovadora PlayStation 5. Ambas se lanzarán en Navidades de 2020, pero ha sido Xbox quien ha mostrado en primer lugar cómo será verdaderamente su apuesta para los próximos años.
Hasta 120 imágenes por segundo y resolución 8K
“Durante 18 años y tres generaciones de videojuegos, hemos diseñado las consolas Xbox para dar poder a vuestros sueños. La comunidad Xbox nos ha mostrado el poder que tanto los juegos como la diversión pueden tener en todos nosotros. A medida que entramos en una nueva generación de juegos, vemos un futuro en el que estés absorto instantáneamente en tus títulos, en el que los mundos son aún más reales, envolventes, receptivos y sorprendentes, y en el que tú estás en el centro de tu experiencia de juego. Con la nueva Xbox Serie X, materializaremos esa visión”, ha dicho Spencer esta madrugada en España.
Son tres las palabras clave que acompañan a Xbox Series X: potencia, eficiencia y compatibilidad. Una máquina que promete ser muy silenciosa, todo para garantizar que la experiencia sea tan poderosa como la de un ordenador de alta gama; pero con las ventajas e inmediatez que otorga un sistema diseñado esencialmente para jugar a videojuegos.
Microsoft pretende, asimismo, ratificar su concepto de ecosistema al garantizar no solo un nuevo techo técnico en lo que a velocidad y poder gráfico se refiere, sino también en la llamada retrocompatibilidad: la posibilidad de traer de vuelta tus juegos antiguos a la nueva consola y que se ejecuten con mejoras visuales y de rendimiento. Hablamos, por tanto, de una oferta donde habrá miles de juegos compatibles con el lector de discos de la máquina desde el primer día; al margen de lo que se ofrezca de forma digital.
Xbox Series X se podrá situar de forma vertical y horizontal. Asimismo, la promesa es que se convierta en “la consola más silenciosa y eficiente” que han diseñado nunca los arquitectos de sistemas en Microsoft. Pura vanguardia tecnológica. El nombre elegido es “una expresión de nuestra larga historia en el gaming, la implacable pasión de nuestro equipo y nuestro compromiso tanto con nuestros fans como con el futuro de los videojuegos en Microsoft”. Un comentario que, a su vez, disipa cualquier tipo de duda sobre la posible renuncia de la multinacional tecnológica en el emergente sector del ocio interactivo.
En el interior de ese chasis, cuyo diseño recuerda al de una CPU actual de ordenador, se encuentra un potente procesador AMD Zen 2 con arquitectura RDNA cuatro veces más potente que Xbox One X —el modelo más avanzado de su actual gama—, cuya principal novedad es que ofrecerá soporte para la técnica de trazado de rayos (Ray Tracing) acelerado por hardware, no por software. Poder disfrutar de videojuegos en resolución 4K con 60 imágenes por segundo será un estándar, no un objetivo; de hecho, podrá alcanzar resolución 8K a cambio de una tasa de refresco variable. La memoria RAM será GDDR 6, aunque no han especificado de cuántos gigabytes todavía. Lo que sí se ha confirmado es que contará con tecnología VRS, una técnica de sombreado de velocidad variable patentado por la propia Microsoft, que garantizará a los desarrolladores poder aprovechar todo el poder de Xbox Series X junto a una memoria de almacenamiento SSD NVMe ultrarrápida. El resultado es tangible: “se eliminarán prácticamente los tiempos de carga”. Las pantallas de espera y los fundidos a negro serán, en muchos casos, algo del pasado.