Vivimos en una sociedad urgente, rápida y ansiosa, repleta de mentes agitadas que convierten la paciencia y la tolerancia a las contrariedades en bienes de lujo. A menudo, las personas no saben estar solas, interiorizarse, reflexionar y disfrutarse. Conocen a muchos en las redes pero a pocos en profundidad.
La sobrecarga de información, la exigencia de realizar varias actividades a la vez y la acumulación de preocupaciones tienen nefastas consecuencias en el bienestar físico y psicológico y pueden acelerar la mente a una velocidad aterradora. En la era digital, esto está pasando con una intensidad nunca antes vista.
El resultado es una velocidad espantosa y estéril de pensamientos, muchos pensamientos inútiles y una serie de consecuencias físicas y emocionales avasallantes. El exceso de información y la intoxicación digital hacen que el “gatillo de la memoria” dispare muchísimo, y que abra un número espeluznante de “ventanas” (del archivo de recuerdos), sin anclarse en ninguna, por lo que el individuo pierde el foco y la concentración.
“Pensar es bueno; pensar con conciencia crítica es todavía mejor, pero pensar en exceso es una bomba contra la calidad de vida”. En Ansiedad, cómo enfrentar el mal del siglo, el reconocido psiquiatra, investigador y escritor Augusto Cury desentraña los síntomas y las características del Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA), “el síndrome más penetrante y epidémico que afecta a las sociedades modernas”.