Es un daño colateral de la crisis de la cólera populista de los chalecos amarillos, aunque su desaparición no figuraba entre las reclamaciones del movimiento de las clases medias empobrecidas en la Francia de provincias. La Escuela Nacional de Administración (ENA), institución central en Francia desde el final de la Segunda Guerra Mundial, puede tener los días contados. Su exalumno más ilustre, el presidente Emmanuel Macron, ha anunciado el deseo de suprimirla. Símbolo de la casta del poder republicano y de unas élites supuestamente desconectadas del mundo real, la ENA también representa la excelencia del alto funcionariado francés, envidiado e imitado en otros países.