La geometría del cielo, en la Galería OMR

El artista brasileño Artur Lescher presenta una muestra individual.

Asterismos. Sustantivo plural. Patrón prominente o conjunto de estrellas que, vistas desde la Tierra, parecen formar una figura geométrica. A diferencia de una constelación, no tienen reconocimiento oficial por parte de la comunidad científica.

Con el anterior texto, rotulado en el umbral de la planta baja de la Galería OMR, inicia el diálogo geométrico con la exhibición del mismo nombre del artista brasileño Artur Lescher.

Planta baja. Cinco piezas, aunque parecen más. Todas se proyectan de aquí para allá en todas direcciones del espacio, como una luz que se proyecta sin extinción en el vacío.

Lo cósmico

Una pieza en el costado izquierdo, Crater (2018), se impone con sus más de cinco metros de altura. Está suspendida desde el techo con hilos de multifilamento que sostienen una plataforma circular de latón dorado. Alrededor de ella, decenas de cuerdas con una pesa dorada en el extremo de cada una. Dos figuras cilíndricas concéntricas.

Más allá, en el mismo costado, Infinito triple, una composición más compleja, con los mismos materiales, de título congruente. Hilos suspendidos que perforan tres circunferencias y se extienden hasta casi tocar el suelo con 90 pesas entrecruzadas. Dos nudos borromeos, uno sobre otro.

Al otro extremo de la primera planta de la galería, Alnilan (2018), dos conos resplandecientes que funden sus ápices y que proyectan hilos verticales que perforan una pequeña plataforma de metal cada uno. La forma de un reloj de arena. En la parte alta de ese muro, como un satélite, apenas perceptible, Sin título, de la serie Dardo #01 , una pieza bicolor compuesta de dos conos unidos por la base, uno de acero inoxidable y otra de latón; quizás la obra más enigmática.

Por último, al centro, Ypsila (2018), la pieza más grande y que se extiende por todo el espacio; un ejercicio de contrapesos con una base central de latón adherida a suelo de la que se desprenden vectores en tres direcciones: una que se sostiene de un muro y dos más que hacen contrapeso con dos péndulos.

Es una nube de asterismos, trabajados ex profeso para la galería. Es una instalación que interactúa con la luz de la galería y de la que incluso los espacios vacíos son parte de la propuesta plástica del creador plástico nacido en São Paulo en 1962.

Lo terrenal

En el primer piso, un bosque de péndulos: bronce, nailon, latón, madera; que dialoga más con la iluminación del edificio construido por Mateo Riestra, José Arnaudo-Bello y Max von Werz, con sus claraboyas que permiten que la luz camine por el interior y proyecte a partir de los péndulos (algunos pulidos, de circunferencias perfectas y algunos otros con hendiduras y dobleces) siempre sombras distintas sobre el suelo de concreto.

Una obra más se asoma desde el la biblioteca de la OMR, se llama Compassos  y se compone por dos piezas gemelas que tienen la forma de cometas que van sembrando su estela. Son como dos bates, perfectos en su circunferencia de madera en un extremo, y se van adelgazando hacia el otro extremo hasta terminar con un finísimo apéndice brillante de latón.

Es la propuesta del creador en su tercera exposición individual en el recinto, una en la que, a su decir “los materiales son los actores”, los cuales invitan a olvidar las narraciones construidas por la lógica convencional.

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